jueves, 28 de noviembre de 2013

Hablemos de especulación...

Desde hace un par de semanas, cuando Nicolás Maduro le declaró la “guerra” a los especuladores, el país se ha sumergido en un debate teórico-económico sobre los llamados precios justos y el modelo económico que actualmente define a nuestra economía. Increíblemente, en principio podría pensarse que Nicolás tiene razón en su batalla, pues la Constitución Nacional en su artículo 114 prohíbe expresamente el ilícito económico, la especulación, el acaparamiento y la usura, entre otras.

Como todo lo relacionado a la economía, la “guerra económica” es mucho más compleja de lo que algunos quieren hacer ver. Lo primero es que la especulación si es un mal en sí misma, y no puede ni debe ser justificada o defendida bajo ningún concepto en una economía sana o competitiva. Ahora bien, sabiendo esto cabe preguntarnos ¿Podemos definir el sistema económico venezolano como algo sano o competitivo? Viendo no solo las cifras, sino la realidad del día a día, resulta evidente que no.

En este punto se vuelve importante volver a revisar la constitución nacional, esta vez en su Título VI que define el sistema socioeconómico de la República, enfocándonos específicamente el artículo 299 que fundamenta nuestro régimen económico en torno a la libre competencia, eficiencia, productividad y justicia social, entre otros. Al contrastar esto con nuestra realidad, vemos que prácticamente ninguno de estos fundamentos es impulsado, o siquiera garantizado, por el estado venezolano.

No es casualidad que la constitución maneje ambos conceptos (especulación y libre competencia) de la manera en que lo hace, pues cuando esta se escribió en 1999 los constituyentes plantearon para Venezuela una economía abierta, competitiva y basada en la iniciativa privada, si bien el estado habría de mantener un rol fundamental como regulador, rector e incluso participante en sectores definidos como estratégicos.

He aquí, entonces, una contradicción clara ¿El presidente de la República está haciendo cumplir la constitución con su ofensiva económica pero, al mismo tiempo la está incumpliendo el mismo con las medidas que toma? Pues sí, y al hacerlo mutila el sistema económico planteado por la carta magna, con lo genera las condiciones para que esa misma especulación que dice combatir no solo exista, sino que sea generalizada.

Ese es el punto fundamental de esta guerra económica, pues más allá de toda la discursiva del gobierno nacional cada vez que intervienen una tienda de ropa o de instrumentos musicales, son las contradicciones en el manejo económico, fiscal y monetario del gabinete chavista las que han creado las distorsiones, distribuciones discrecionales y los grupos corruptos que dañan seriamente todo el proceso económico en la Venezuela “socialista” del siglo XXI.

Con ese desalentador panorama es fácil caer en el pesimismo de que “no hay nada más por hacer”, falso. Preguntémonos porque en economías tan abiertas como Singapur, Japón y el mismo Imperio a ningún comerciante se le ocurre especular, o tener un margen de ganancia que pase del 15%. La razón, sencilla: el que lo intente sucumbirá no ante uno o dos, sino ante diez o quince competidores que desean expandir su cuota de mercado, perdiendo toda su inversión y debiendo responder a acreedores, socios y demás.

Esta es la belleza de la economía, no necesita de medidas heroicas ni grandes batallas para funcionar, sino de algo tan sencillo e inherente al ser humano como la necesidad de satisfacer sus propias necesidades, ya sea como el productor que desea vender o el comprador que siempre premiara a aquel que le dé mejor relación precio-calidad.

Será en el momento que entendamos eso como sociedad, y dejemos los criterios simplistas y las gestas de lado al analizar la economía, cuando podremos construir un sistema que más allá de garantizar una simple estabilidad de precios logre su verdadero fin: asegurar la satisfacción plena de todas las necesidades que podamos tener no solo como individuos, sino como sociedad y como país, llevándonos así de una vez por todas a la paz económica…

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