Este fue un análisis que escribí para un grupo de debate histórico, disculpen lo largo pero era necesario dada la profundidad del tema...
En el análisis de nuestra
historia se ha vuelto una costumbre cotidiana el ignorar, o al menos minimizar,
el siglo XIX venezolano bajo el estigma de la guerra, los caudillos y la
opresión. Si bien estos elementos no solo existieron, sino que fueron
predominantes, resulta una simplificación histórica ignorar el resto
del cuadro tanto político como social de la época, junto con su relación con
las corrientes de pensamiento imperantes en ese tiempo.
Al comenzar un análisis de este
siglo desde la perspectiva venezolana es clave empezar por un momento
definitorio de nuestra existencia: La guerra de independencia. Al comenzar en
la primera década del siglo XIX, nuestros movimientos soberanistas nacieron
bajo el amparo y el impulso de las élites criollas, en especial la caraqueña,
las cuales bajo la influencia de las ideas progresistas de la Europa del momento,
junto con las concretadas en el movimiento liberal que desembocaría en la
constitución de Cádiz (1812), buscaban recrear la experiencia de libertad que
tan solo 30 años antes había dado lugar al nacimiento de los Estados Unidos de
América.
Sin embargo, el peso de la realidad
hizo que la carga de la conducción del esfuerzo independentista se alejara cada
vez más de estas élites civiles, hacia lo que sería el centro del poder durante
la historia latinoamericana: los caudillos militares. Durante las largas y
cruentas guerras de independencia figuras como Miranda, Bolívar y Páez fueron
desplazando el liderazgo civil al volverse la gesta de liberación en una eterna
campaña militar. Si bien gran parte de este liderazgo militar también estaba
influenciado por las mismas ideas liberales de sus pares civiles, su naturaleza
castrense junto con los horrores de la guerra los fue configurando como los
grandes “libertadores” y caudillos militares que debían, primero por necesidad
y luego por merecimientos, liderar a nuestros noveles países ante las amenazas
externas e internas frente a las que se encontraban.
Es así como entramos a nuestra
historia republicana en 1830, tras la larga guerra y la experiencia fallida de
la Gran Colombia, la cual encarnó esa contradicción ideológica entre las ideas
libertarias de un lado, y las militaristas/caudillistas por el otro, encarnadas
en el propio Libertador y su papel como Presidente/Dictador. Al comenzar la
República, se estableció prácticamente el monopolio de lo que luego se daría a
conocer como el conservadurismo, encarnado en la figura del General Páez, como
fuerza dominante en la política venezolana. Irónicamente los que alguna vez
habían sido revolucionarios se volvieron los elementos más conservadores del
espectro político.
Durante estos primeros años,
existieron varios ejemplos de un ideal liberal que, si bien era incipiente,
impulso algunos elementos interesantes como la constitución de 1831 y la
presidencia del primer civil en nuestra historia, como fue la breve experiencia
del Doctor José María Vargas. Sin embargo, ciertas medidas económicas
destinadas a acabar con el pequeño campesinado, el mantenimiento de la
esclavitud, el marcado tono militarista que tomó la política y la práctica
inexistencia del estado en el interior del país configuraban un panorama donde
el atraso económico, político y social eran palpables.
El frágil status-quo logrado por
los conservadores no duraría mucho, pues el inicio de la crisis económica en
1838 primero y la crisis política de 1848 después desestabilizarían los ejes
del sistema político imperante. Los principales protagonistas de este periodo
de desestabilización fueron los hermanos Monagas, quienes desde oriente
configuraron un nuevo centro de poder con el novel Partido Liberal como base
política que duraría exactamente una década. Este periodo, a pesar de su
carácter fuertemente liberal, representaría la primera vez que el partido
liberal puede imponer alguna de sus reformas, como la abolición de la
esclavitud en 1854, la cual represento un paso audaz para la época.
Sin embargo, para 1858 la deriva
dictatorial de los hermanos Monagas se había vuelto insostenible para el
sistema político, iniciándose así la llamada Revolución de Marzo, que traería
de vuelta al poder a los conservadores de Julián Castro. En breve quedo
demostrado que el nuevo gobierno no era más que la reacción de los sectores más
conservadores ante la creciente pérdida de base del partido conservador. Se
inició una sistemática campaña de represión y exilio de los principales líderes
liberales, que desembocó en dos consecuencias: La radicalización del partido
liberal con la bandera de la federación y el inicio de la Guerra Federal, que
marcaría un punto de inflexión en la historia de la República, acabando con la
era de dominio del partido conservador.
Para 1863 la guerra había
terminado con la abdicación final del Gran Caudillo, el General Páez, ante Juan
Crisóstomo Falcón en la firma del Tratado de Coche, marcando así el fin de la
era conservadora y el inicio de la Venezuela Liberal, o Federal, según el
gusto. La victoria significo para el liberalismo amarillo la oportunidad de
llevar a cabo su programa en toda su extensión, con la creación de la
Federación de los Estados Unidos de Venezuela en 1863, marcando un hito en la
tradición liberal venezolana. Ese fue el momento donde se instauraron algunos
grandes avances de la era liberal, entre los que resaltan la inviolabilidad de
la vida, siendo nuestro país uno de los primeros en reconocer este derecho
fundamental eliminando de una vez por todas la pena de muerte, la descentralización del poder, si bien fue en
pos de los intereses caudillistas regionales, marcando lo que sería nuestra
forma de organización político territorial hasta nuestros días, entre otros
hitos que definieron el futuro de la nación.
Pronto esa nueva República cayo
victima del mismo caudillismo que había visto la Venezuela conservadora, si
bien en esta segunda mitad del siglo XIX ya no bastaba con ser el ganador de la
revolución de turno, pues tanto los postulados liberales como una nueva
realidad política obligaron a todos los protagonistas de esta etapa a llevar a
cabo cambios tendientes al mejoramiento de la vida de los habitantes de la
nación. Nadie encarno mejor este espíritu de avance que el “Ilustre Americano”,
Antonio Guzmán Blanco. Durante sus tres etapas de gobierno el liberalismo
amarillo logró, junto con el progreso económico y militar, su mayor triunfo
programático encarnado en la implementación de dos de sus aspiraciones
fundamentales: la separación del estado venezolano y la iglesia católica, y la
universalización de la educación básica y media. El primero era una aspiración
de larga data de los Guzmán, los cuales veían con recelo el gran poder que
tenía la iglesia en la vida venezolana. Esto llevo al General Guzmán a
declararle una guerra sin cuartel a la jerarquía eclesiástica que incluía la
sustitución parcial de la religión católica por la “patriótica”, y la
confiscación de todos los bienes a nombre de la iglesia por el estado.
Sin embargo, la segunda
conquista, la universalización de la educación, si fue un logro de la
consolidación del programa liberal en sí, con la implantación del sistema
federal de liceos, el cual se convirtió en el catalizador para la expansión de
la educación a nivel nacional por parte del estado, con un carácter
predominantemente laico y científico, enfoque revolucionario para la época.
Tras el paso del General Guzmán
el liberalismo fue perdiendo fuerza, primero con la revolución azul, que
algunos consideran un retorno temporal de los conservadores, como con la
renovada aventura revolucionaria que a finales del siglo volvió a plagar a la nación
bajo figuras como Joaquín Crespo, el Mocho Hernández, y finalmente Cipriano
Castro, etapa que terminaría con la llegada al poder en 1908 del “Benemérito”
Juan Vicente Gómez, al cual podemos considerar el ultimo gran caudillo liberal,
que con su muerte marco el final no solo del partido liberal, sino de una etapa
que marcó el porvenir de la nación…
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