miércoles, 11 de junio de 2014

Una apuesta por nuestro futuro

No les voy a hablar de lo que vivimos en la Venezuela de hoy en día, ya mucho se ha escrito, hablado e incluso grabado al respecto. Tampoco les voy a decir todo lo malo que se ha hecho o sigue haciendo, pues cada uno de nosotros lo vivimos en cada acción de nuestras vidas en Venezuela cuando nos roban, el autobús no se para de lo lleno que va o no conseguimos agua embotellada pues “escasea”.  Lo que leerán va más allá del hoy o del mañana inmediato, pues va hacia el futuro del cual tenemos tantas preguntas y miedos sin responder, pero del que casi nadie se atreve a hablar, o siquiera soñar.

A pesar de lo que muchos dicen, algunos partiendo de la ignorancia y otros de las malas intenciones, lo que estamos proponiendo aquellos que luchamos día a día por una salida constitucional a la crisis actual, tiene un fondo bastante claro y transparente: un sistema democrático basado en un Estado de Derecho. Puede que suenen a palabras repetidas, pues tantas otras veces han sido usadas de maneras no solo erradas, sino vacías, por aquellos que no entienden o aceptan su verdadero concepto.

Un Estado de Derecho es aquel en que las instituciones, esas que nosotros mismos como sociedad nos dimos, están por encima de todo líder o ideal que las vea como un obstáculo para la “felicidad suprema”. Es aquel en que tú que lees esto tienes todos tus derechos garantizados en par con aquellos que compartimos esa nacionalidad venezolana que tanto nos caracteriza, sin que ningún otro ciudadano, sin importar si es policía o funcionario alguno, tenga el poder de menospreciarte o atropellarte impunemente. Es aquel en que la regulación económica no te obliga a “traficar” harina pan de un estado a otro para llevarlo a tu familia, o incluso para tu residencia como le pasa a los uesebistas que vienen del interior.

Sin embargo, incluso todas las afirmaciones anteriores no son suficientes para explicar lo soñamos sea esta nación. Para eso haría falta ver esos referentes que siempre señalamos como modelos de desarrollo, aquellos países que cuando los mencionamos soltamos un suspiro con un dejo tanto de envidia y admiración por lo que han logrado como de resignación por asumir que nunca podremos alcanzarlos, menos superarlos. Para nosotros eso no solo es posible, sino que es nuestro deber como ciudadanos venezolanos construir las instituciones sociales, políticas, económicas y gubernamentales que nos permitan construir un modelo de desarrollo que sea impulsado no por un líder o el colectivo, sino por ti y tu búsqueda incansable de prosperidad y desarrollo.

Esa es la clave de lo que proponemos como futuro para este país, esos sueños que todos los venezolanos tenemos y queremos desarrollar, pero que por las condiciones en las que vivimos no podemos construir. Nunca habrá planificador ni visionario que pueda suplantar la increíble fuerza que representan millones de personas buscando alcanzar sus sueños con los recursos disponibles para lograrlo en una sociedad libre, entendiendo esta como aquella donde solo la ley define la relación entre todos los que vivimos en ella. Les puedo asegurar que una apuesta como esta no solo será ganadora en el corto plazo, sino para el futuro de todos esos venezolanos que desde el futuro juzgaran las decisiones que tomemos en nuestro presente.